Era nuestra primera llegada al Parque Nacional Lihué Calel, en La Pampa. Siempre La Pampa es una provincia de pasada, yendo al sur. Y siempre, por cuestiones de tiempo, terminamos postergando el recorrido. Ese año no fue diferente. Volvíamos sobre la fecha de retomar nuestras actividades, sábado del último fin de semana.
Aun así, decidimos emprender la ida. Lihué Calel está al sur de Santa Rosa, pasando Gral. Acha. Es una ruta que no recomiendan hacer de noche, por la cantidad de tráfico pesado. Además, la ruta (en varios tramos) está detonada.
Llegamos alrededor de las 16, con los recorridos ya cerrados, salvo el más corto que sale del campamento y recorre unos cientos de metros hasta un pequeño arroyuelo.
Fuimos a avistar aves que acudian a los charcos convertidos en bebederos. El sol de la tarde todavía era intenso, y un poco por el sol y otro poco por ocultar la presencia a las aves, nos sentamos entre las piedras y desniveles del terreno.
Registramos muchas aves, sobre todo una variedad de semilleros. En un momento el Tucu me dice: me prestás tu cámara? Creo que vi un puma... Como era una broma común y ya había poco luz, a regañadientes le pasé la cámara.
Esta fue la primer imagen que tomó. Con el clásico comportamiento de felino, venía bajando en nuestra dirección. Les recuerdo que estábamos sentados/agazapados de espaldas al cerro, y seguro nos consideró una presa.
Al sentirse descubierto, se echó y asumió esta pose desinteresada e indiferente, mirando para otro lado.
Subimos un par de metros, hasta donde lo permitía el límite del sendero (y el miedo ancestral) y nos miramos lente de por medio.
Fue el único encuentro cercano que logramos registrar. Antes habíamos visto uno cruzando una ruta de tierra de montaña, con nevizca, pero esa es otra historia.